miércoles, 27 de julio de 2011

Fabrizio


Fabrizio había pasado una vertiginosa ola de aventuras hasta llegar donde estaba, y pese a su pingüe experiencia, tenía la sensación de no encontrar respuesta a la nueva prueba. Si todo había sido una broma de su mente para, dormido, hacerle saltar vacíos y perseguir escaleras subidas de puntillas por princesas acróbatas, no le encontraba la gracia. Pero helo ahí, arrastrando su interés por haber caído en la trampa de la ‘curiosidad’ y las mariposas en el estómago.

La encontraría, oh, sí, la encontraría… aunque tuviese que volar hacia los cielos espumosos para abrazar a la chica de rojo que, sonriéndole, desapareció al principio de su viaje entre las costelaciones de la bóveda infinita. ¿Quién lo hubiera pensado? Hasta los payasos tristes tienen sus fantasías de emoción y amor…

Más tarde vería si había despertar o no.

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