miércoles, 8 de febrero de 2017

El secreto de Adaline (2015)


Hoy que estás en pijama hibernando en una manta-rollito y con una taza humeando te pega esta película. Bueno, podrías haber elegido Psicosis, pero te apetece algo ligerísimo, romanticón y sin demasiadas vueltas de tuerca. Así que toma esta propuesta. El Secreto de Adaline pretende algún golpe de efecto, pero se queda en eso solamente: un intento. Abordando un tema tan interesante como la inmortalidad (no reviento nada, está en la sinopsis), no nos sorprende con ningún riesgo, con ninguna valentía. Ninguna. Habría estado bien alguna reflexión sobre épocas, aspectos culturales, saltos generacionales y ausencias. Pero no, se conforma con un personaje centenario poco creíble y que pega tanto para mostrarnos a un ser inmortal como un boquerón en una macedonia. Estaba claro que perseguía un target de público y ánimo concretos, sin más. Así que venga, arrebújate y disfruta de tu pequeña sesión de placer culpable. O mejor cambia de cinta.

jueves, 2 de febrero de 2017

Stranger Things (2016-)



Voy a posicionarme. Desde que comenzó a corretear por las pantallas, las opiniones sobre ella se han dispersado en todas direcciones: desde “obra maestra” hasta “no ha inventado la Coca-Cola”. Para mí, Stranger Things ha sido una propuesta como un golpe sobre la mesa y vino para tirarse al vacío sin contemplaciones. Se sabe nacida para ser homenaje de una década y de un género, se sabe hacedora de un sabor que no nos es nuevo: la ciencia-ficción ochentera. Es realista consigo misma, y si criticamos que hay en ella alguna falta de franqueza en este sentido, nos estamos ahogando en nuestra propia arena.

Una vez dicho esto, propongo: ¿qué nos aporta Stranger Things? Somos espadas de Damocles que solo buscamos “ser sorprendidos”, “algo nuevo”, queremos originalidad. Seamos sinceros, tiene una historia que podría haber ocurrido en cualquier otro tiempo y lugar. Así, la lleva a un paisaje histórico, cultural y hasta estético que nos es conocido y nos acerca la manzana. Cuando la coges, atraído por su brillo que te promete referencias continuas a los ochenta, ya te ha envenenado dulcemente. La calidad de la dirección es el verdadero oro de Stranger Things. Con los 80 te atrapa, y con su saber hacer te da lo que no esperabas: un guión estupendo y fiel a los clichés que lo guían, intriga bien llevada, un cálculo magistral de tiempos y ritmos y un número de capítulos perfecto. Y créeme, te deleitarás con su banda sonora y sus personajes. Se saborea uno a uno con interés y todas sus tramas se enredan con la principal en una proporción justa. Así que a quien esperaba más o menos de ella, yo le digo: a mí me ha mantenido en sus manos agarrándome bien fuerte. 
Yo volveré a morder la manzana.