lunes, 19 de octubre de 2015

En el bosque



Matadme en esta noche fría, porque no he podido salvarnos.
Los periódicos bajo mis pies hablaban del fin y quedé impasible,
caminando sin sentir el sendero de blanda ceguera.
Girábamos juntos y los ciervos bailaban alrededor
como fuegos fatuos de ocre plenilunio.
En este bosque de la promesa.

Pero sabías, como yo, que era un hermoso decorado.
Acoger con valor el sino del latido,
eso hicimos.

Y al caer en la armonía del caos
nos convertimos en la noche.
Caos perenne.
Como las hojas del bosque.
Como el sendero invisible.
Como todas nuestras faltas.
Como el fuego ciego de amor.


jueves, 13 de agosto de 2015

Te di menos de lo que me llevé de ti


Dime dónde meto el corazón
cuando los pasos que hemos dado juntas
queden en cuento cerrado.
La espada y la pared fueron
tan pretéritos como un respiro
plagado de intensidad.

Cuando duermas en los futuros veranos
lejos de tu escenario de nacimiento
aquel dolor será la cera perdida de tu nueva efigie.

Quiero verte caer atravesada de ilusión
en cada uno de tus blandos pasos de aire.
Tan silenciosos son como elevada es la dicha
de este corazón que una vez
se rompió al descubrirte.

Dime si imaginabas esto, mi pequeña,
en nuestras largas horas de insomnio inesquivable.
Dime si sabías entonces
que jamás dejaríamos de necesitarnos.
El golem acabó derrotado por fe
cuando ambas decidimos mirarlo de frente
y decidimos la vida.

viernes, 24 de julio de 2015

Eres...eres...




Existe un espacio de tránsito entre tú y yo
iluminado por artificios a cada lado de la vía.
Pero no puedes ver ni luces ni camino
porque ese paisaje
solo soy yo quien lo recorre.


Me decías fariseos “oh, eres…eres…”
Y al final
todo quedó en pretérito
cuando un día decidí cruzar
sin mirar a los dos lados.




viernes, 29 de mayo de 2015

El signo del lobo, el sino del lobo


      Alfa entre sus hermanos de cautividad, Marco aullaba a su primera primavera como adulto. El dorado de sus ojos se había perdido para siempre, en un hechizo de madurez hacia el gris de las tormentas. Como un símbolo de nieve. Congelado latía ya su corazón ante aquellos brazos humanos que lo habían visto crecer. Y aun así, lamió mi mano desconocida como epílogo de memoria y gratitud ciega.

     Marco pronto tendría hijos. Partirían hacia latitudes lejanas para repoblar una Iberia que ahora permitía su caza, como sello de ingrato respeto a los verdaderos dioses de sus tierras. Si supieras, Marco, que a veces agradezco que hayas nacido entre límites de artificio...Eres bastión de la belleza del mundo, ejemplo para visitantes que mudos quedan ante tu signo. ¿Olvidarán pronto tu mirada de tormenta? ¿Enterrarán su respeto bajo la pátina absoluta de la ciudad de cemento y cal? Dime quiénes serán mañana tus hermanos de cautividad, los lupus signatus que aúllan contigo a las primaveras enjauladas, o los humanos que luchan entre sí por amarte o ignorar tu legado.