lunes, 19 de octubre de 2015

En el bosque



Matadme en esta noche fría, porque no he podido salvarnos.
Los periódicos bajo mis pies hablaban del fin y quedé impasible,
caminando sin sentir el sendero de blanda ceguera.
Girábamos juntos y los ciervos bailaban alrededor
como fuegos fatuos de ocre plenilunio.
En este bosque de la promesa.

Pero sabías, como yo, que era un hermoso decorado.
Acoger con valor el sino del latido,
eso hicimos.

Y al caer en la armonía del caos
nos convertimos en la noche.
Caos perenne.
Como las hojas del bosque.
Como el sendero invisible.
Como todas nuestras faltas.
Como el fuego ciego de amor.