lunes, 25 de julio de 2011

Escritura derramada


Nada se escondía de mi respiración agitada... Levanté el cuaderno y las letras bailaron como hojas en un remolino. Era hora de hacer brotar la llama, era hora de abatir barcos invisibles. Desgarré tres sentimientos, tres sobres de papel de lágrima me sirvieron. La máquina llevaría pulcramente mis pensamientos al altar de sacrificio. Lo simple me sorprendió tras las vidrieras como algo inesperado.

Todo acabó en un instante.

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