martes, 4 de marzo de 2014

Gritos y susurros (1972)


Contrastes. Es la primera palabra que sugiere ésta magnífica película de Bergman que te atrapa cogiéndote del pecho desde la primera (y fantástica) escena. Los contrastes están por todas partes: en el magistral uso de los colores y sus significados, en las suaves palabras dichas a media voz y en los arranques de violencia y desesperación. Me recordó a dos cosas: a una obra teatral, con un escenario concreto; y a un cuadro de manchismo, con personajes muy perfilados que se mezclan dulcemente y se asaltan de forma salvaje entre ellos.

Pero sobre todo, veo 'Gritos y susurros' como un viaje simbólico por la Pasión de Cristo, escenificado en la carne de una muchacha y sus hermanas, que asisten a su caída, y descienden con ella. Pero hasta aquí puedo leer, porque la película esconde sorpresas que en un primer momento no esperarías de una película realista. Es un film que no olvidaré.

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