viernes, 29 de mayo de 2015

El signo del lobo, el sino del lobo


      Alfa entre sus hermanos de cautividad, Marco aullaba a su primera primavera como adulto. El dorado de sus ojos se había perdido para siempre, en un hechizo de madurez hacia el gris de las tormentas. Como un símbolo de nieve. Congelado latía ya su corazón ante aquellos brazos humanos que lo habían visto crecer. Y aun así, lamió mi mano desconocida como epílogo de memoria y gratitud ciega.

     Marco pronto tendría hijos. Partirían hacia latitudes lejanas para repoblar una Iberia que ahora permitía su caza, como sello de ingrato respeto a los verdaderos dioses de sus tierras. Si supieras, Marco, que a veces agradezco que hayas nacido entre límites de artificio...Eres bastión de la belleza del mundo, ejemplo para visitantes que mudos quedan ante tu signo. ¿Olvidarán pronto tu mirada de tormenta? ¿Enterrarán su respeto bajo la pátina absoluta de la ciudad de cemento y cal? Dime quiénes serán mañana tus hermanos de cautividad, los lupus signatus que aúllan contigo a las primaveras enjauladas, o los humanos que luchan entre sí por amarte o ignorar tu legado.

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