Riful es mi antigüedad hablándome del primer despertar bajo la bóveda de Caos. Ella, suprema, violencia silenciosa de la caverna, tambalea sus piernas sobre trono de carmín y espadas rotas. Cuando habla el aire se rompe, como la sangre que se hiela ante la vibración del pánico vivo. Si en tu caminar alrededor de la cara luminosa del mundo tropiezas con ella, sabrás que el calendario ha muerto en tus latidos.
Cierra tu mente y alcanza el milagro de la supervivencia. Tu espada será una reliquia muy bonita del devenir de tu aventura, mas de nada servirá si la de hiriente sonrisa se fija en tí. Conoces todas las artes de la guerra, todos los enemigos han doblado sus rodillas ante tí, vomitando sus últimas palabras como vasallos arrepentidos. Pero ella nunca lo hará.
Muchas de mis amadas hermanas cayeron hacia la noche de sus días al abrir las fauces de Riful, la de inquietante mirada.
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