... y todo confluyó en una estéril pausa,
un infructífero silencio de escapada libre.
Mi mente regresó a un estado anterior
de consciencia,
cuando era visible la luz crepuscular
en una tierra infinita que se creaba
a sí misma,
por mi misma.
Nunca soy capaz de alejarme
cuando el lamento por lo pasado
aparece.
Se eleva ante mi como
un golem de manos absolutas,
inesquivable.
Materializándose en un pétreo gemido
me cierra el paso hacia el camino.
Cuando ya ha terminado de nacer,
enmudece.
Solo yo soy la que continúa el grito
que se enreda en su aureola.
Y así, lo alimenta.
La lacrimosa verdad se hace presente.
Por eso, quiero regresar
a ese estado anterior de consciencia,
donde los sucesos son pactos
entre mi mente y la arena.
Donde lo que duele
se manifiesta en certezas salvables,
en espejos de benévolo reflejo.
Pero, ah...reflejos son.
Al menos lo que alimenta al golem
es fuego ardiente real.
No, hoy no sé
qué escapada quiero,
si el sueño que me miente
o la vigilia que me hiere.
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