Cerca
de mi noria plena de ciclos
canta
lo que quedó del devenir.
Días
de archivos en memorias
que
no nacieron de árbol alguno.
Mordidos
de nostalgia al recordar,
ellos
no reconocen el ritmo.
Esplendores
ancianos los cieguen
hasta
que el eje muera de hastío.
La
hoguera despertando en mí
es
lo único que ahora importa.
Si
el agua dejó huérfano
a
mi carrusel de horas
culpa
alguna tenga el río.
Culpa
alguna, pues ellos
no
reconocen el ritmo del eco
que
vibrando estridente
va
entre sus huecas manos.
Seré
como la madera que fue
y
vio nacer mis días de sol,
para,
más tarde,
cesar
en un silencio de blanca
a
la espera de nuevas fuentes
entre
los compases del alma.
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